Consagrado como uno de los desarrolladores de luminaria más prestigioso, el diseñador alemán Ingo Maurer falleció el pasado lunes 21 en Munich. A sus 81 años deja un legado enorme.
Prolífico, explorador sensible, buscador incansable. Talento único, imaginación, manejo de la técnica y capacidad para introducir en su obra lo inesperado, son algunas de las potencialidades que volvieron al alemán Ingo Maurer uno de los hombres más destacados en el diseño de luminaria. “El poeta de la luz” como alguien lo llamó alguna vez, tiene en su autoría más de 150 modelos de lámparas y sistemas de iluminación.
Sus diseños podías ser muy sencillos o todo lo contrario: complejos y divertidos. Pero siempre geniales. En 1984 presentó el novedoso YaYaHo, un sistema de reflectores halógenos de bajo voltaje colgante que permitía a los usuarios variar la altura y posición de cada elemento.
Sus lámparas forman parte de la colección permanente del MoMa de Nueva York y se exhibieron en el Cooper-Hewitt National Design Museum y en el Stedelijk de Amsterdam.
Sus diseños abrevaron de la tradición de la Bauhaus pero también del romanticismo de Caspar David Friedrich y especialmente del pop norteamericano.
La inventiva y la habilidad técnica que logró con una formación autodidacta le permitieron ser pionero en la aplicación de las nuevos recursos de la iluminación.
Incorporó Led a sus obras, aunque siempre admiró la vieja bombilla. Como solía decir el genio de la luz: “En su filamento ves una llama ardiendo, su alma”.