Quedan algunos días para ver en el Museo Nacional de Bellas Artes parte de la creación más emblemática del artista argentino, desde sus primeros años como estudiante hasta su desembarco en París.
Hasta el domingo 17 se puede revisitar la obra de Julio Le Parc en el Museo Nacional Bellas Artes. “Julio Le Parc. Transición Buenos Aires-París (1955-1959)” consiste en un centenar de pinturas, dibujos, acuarelas y grabados, algunos de ellos nunca exhibidos, que celebran la obra temprana del gran artista argentino.
Y lo hace en sintonía con las actividades que se realizan en el CCK y el Teatro Colón como parte del Homenaje Nacional a Julio Le Parc.
La muestra permite descifrar abstracción, el arte cinético, el conceptualismo, el op art, permite retomar el diálogo con la tradición universal desde un lenguaje que ha permanecido fiel a sí mismo por más de cinco décadas. Y lo
¿Cómo es posible que trabajos concebidos hace más de medio siglo con técnicas tradicionales como la xilografía y la acuarela tengan una contemporaneidad plena? ¿O que sus trabajos manuales de factura geométrica realizados décadas atrás resulten atemporales?, son algunas de las inquietudes a las que remite la muesta.
Curada por la directora artística del Bellas Artes, Mariana Marchesi, la exhibición abarca un período fechado entre las décadas de 1950-1960, desde las épocas de estudiante en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires hasta sus primeros años en París, donde fundó el Grupo de Investigación de Arte Visual (GRAV) y realizó sus experiencias iniciales con la abstracción geométrica.
En este conjunto de obras puede verse desde la génesis del dibujo académico a la ruptura abstracta, del grabado a la acuarela, del juego con la iluminación a la inclusión del movimiento, los cambios técnicos ofician en Le Parc de ritual de pasaje de un lenguaje a otro.
Desde el comienzo, la investigación artística de Le Parc ha estado influenciada por la idea de transformar el mundo social.
“El arte de Le Par es igualitario -expresó Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes- espectador quien completa la obra. La dimensión lúdica en que discurre el trabajo del artista aporta sugerencias sobre la inequidad de un sistema cultural excluyente, en tanto su accesibilidad plena provoca una reflexión colectiva acerca de los dominios y las sumisiones del campo de las artes”.