La diseñadora israelí Ofri Lifshitz acerca distancias entre los procesos artesanales y mecánicos. Construyó una máquina que permite no perder el sello de autor en platos y cuencos de arcilla.
A la diseñadora industrial israelí Ofri Lifshitz le fascina el modo en el que los objetos fabricados de manera artesanal transmiten emociones y sentimientos, a la vez que le generan curiosidad las oportunidades infinitas que le proporcionan las nuevas tecnologías.
Buscando encontrar un punto medio entre ambos mundos, logra crear estas piezas de cerámica personalizadas que mostrará en su primera exposición individual en Jerusalén, en febrero de este año.
Su proyecto “One of a Kind” es una exploración importante sobre los cruces permanentes entre la artesanía (el toque humano y su valor) y la tecnología. Parte del desarrollo de su trabajo formó parte de su proyecto de graduación en el Instituto de Tecnología Holon y le valió el primer premio a la excelencia.
Uno de los aciertos de la diseñadora fue haber construido una máquina que le permite generar objetos con sello de autor, imperfectos y diferentes entre sí; a partir de un análisis minucioso de la producción industrial de vajilla de cerámica.
“Del mundo artesanal tomé el espíritu, los valores, las sensaciones y el carácter formal; del mundo industrial,
los métodos de producción, la tecnología y la maquinaria. Cuando se combinan, crean un nuevo método de fabricación muy característico de nuestro período de tiempo: innovación y unicidad “, compartió la artista.
Los movimientos dinámicos de la máquina, que da saltos y sacudidas esporádicas, y una cuerda que se ocupa de tallar y modelar, son fundamentales para lograr la textura e imperfección propia del proceso artesanal en los platos y cuencos.
“La cerámica me posibilitó un terreno fértil para ahondar en la tecnología y los procesos artesanales porque contiene los dos extremos: los aspectos más industriales y los aspectos más artesanales, que existen uno al lado del otro. En el mundo en el que vivimos hoy, multidimensional, cooperativo y global, ambos universos no tienen que permanecer separados. Tenemos herramientas para conectarlos”
“La máquina está programada para insertar una marca individual en los productos de cerámica, una marca diferente cada vez, de la misma manera que un alfarero deja su huella en sus creaciones”, explica. Dos motores controlados por código permiten el movimiento. El primero gira el molde; el segundo, mueve la cuerda hacia arriba y hacia abajo.
En un momento en que la innovación tecnológica cruza muchas disciplinas, proyectos como el de Ofrin instalan un nuevo enfoque. Propone, en palabras de la diseñadora, “un puente entre el pasado y el presente; entre los medios tecnológicos avanzados y las tradiciones antiguas como el tiempo; entre el proceso frío y mecanizado y el toque cálido de la mano humana”.