Chacra El Refugio es un proyecto familiar de cosmética natural en base a la lavanda y el romero que cultivan en sus dos hectáreas y prueban primero en su casa. Formaron parte de la marca que cumple veinte años en tres ediciones.
Mauro Novara y Solana Guichandut se mudaron de Buenos Aires a Puerto Madryn, Chubut, para cambiar radicalmente sus vidas.
En 2007 compraron dos hectáreas en el parque ecológico de la zona de El Doradillo, en plena estepa patagónica y unos años después, en 2012 crearon su emprendimiento familiar de cosmética natural a partir de las lavandas y el romero que cultivan ellos mismos.
En un principio, el objetivo fue muy cercano: desarrollar cremas que no irritaran ni generaran urticaria en la piel de su hija Delfina, de 11 años, que sufre dermatitis atópica. Cualquier emulsión industrial la daña.
Con las primeras flores de una variedad especial (grosso, que llegaron a la zona del Bolsón en los 80) empezaron a hacer alquimia con sus plantas y sacaron un primer producto: una crema corporal hipoalergénica, inspirada en una crema de lavanda que Mauro le regaló a su esposa a la vuelta de un viaje por trabajo a Japón.
Juntos se pusieron en marcha: Solana empezó un curso de cosmética natural y a buscar en libros de afuera distintas recetas. Mauro, licenciado en Geografía, con una maestría en sistemas de información geográfica y aficionado al cultivo de plantas, investigó el tema en profundidad.
Los aceites esenciales de lavanda y el romero tienen grandes beneficios para la piel: calman, relajan, hidratan.
Mauro y Solana lo incorporan a crema faciales, emulsiones corporales, jabones, champúes, sales de baño o bálsamos para distintos lugares en los que la piel se reseca y resquebraja.
La transformación de la planta se inicia con un método de arrastre de vapor.
“La flor de la lavanda o las hojas del romero se destilan en diferentes momentos del año, se calientan en un cuenco y una vez que el vapor pasa a través de la materia vegetal, empieza a acumularse el aceite esencial y el agua floral”, cuenta Mauro, que prefiere seguir trabajando a pequeña escala para controlar la calidad del producto que se consume primero en su casa y después en todo el país.
En 2016, 2017 y 2018 tuvieron su lugar en Feria Puro Diseño y su participación marcó un antes y un después en el proyecto. Se animaron a lanzar la página web y la tienda virtual.
“Formar parte del evento nos dio la posibilidad de mostrar y llevar lo que hacemos con tanto amor y cariño a otros mercados. La experiencia enriquece y fue muy gratificante encontrarnos con clientes que venían a comprarnos por segunda vez porque ya nos conocían”
¿Qué significa ser emprendedor?: “tener la posibilidad de poder crear y hacer algo que le sirva a la gente y a mi propia familia”, comparte.
Además, este proyecto le permitió expandirse: “acá replico lo que hacía en un balcón de mi departamento de Buenos Aires. Quizás esas primeras plantas en las que podía ejercitar el amor que tengo por el cultivo fue el inicio de todo”. Silencioso e inconsciente, como comienzan, a veces, las grandes proezas.