Las une la pasión por crear y desarrollar accesorios de moda con cuero argentino y técnicas artesanales. Hace cinco años las diseñadoras industriales Julieta Perednik y Rocío Solla formaron Charco, un proyecto que crece a la vez que se profundiza el vínculo entre ellas.
Cuando a las diseñadoras industriales Julieta Perednik y Rocío Solla, socias y amigas al frente de Charco piensan las razones por las que se juntaron en un emprendimiento, allá por 2017, les cuesta ponderar una sola.
Pero el hecho de haber tenido un vínculo de empatía profundo antes de terminar de cursar la carrera en la Universidad de Buenos Aires las alentó. Y una prueba: se habían sentido muy a gusto haciendo algunos trabajos en el último año.
Juntas, admiten, son un buen complemento para enfrentar las dificultades que se presentan.
“Compartir el trabajo con una amiga permite ocuparse de las responsabilidades pero tener también momentos de distensión que ayuda a aligerar la tensión laboral”, comparte Julieta.
La dinámica entre ellas, fue afianzándose y cambiando a medida que el proyecto lo requería. Especialmente, cuando la marca empezó a crecer y fue necesario definir roles.
Al principio se consultaban todo, “porque surgía así, de manera natural”, pero después cada una empezó a ocuparse de aquellas tareas en las que más cómoda se sentía. Rocío se encarga de redes y comunicación y Julieta de la parte contable y administrativa.
Obvio, siguen diseñando juntas porque a las dos les apasiona.
LOS PROCESOS CREATIVOS
“Trabajamos con cuero vacuno curtido vegetal, lo que significa que no contiene cromo, uno de los mayores contaminantes de la industria del cuero, y para su curtido se utilizan taninos naturales. Usamos un cuero grueso que otorga estructura a nuestros productos, sin necesidad de agregar otros componentes. Nos resulta interesante ver el progreso que se genera en este material con el uso y el paso del tiempo, exhibir sus peculiaridades y hacerlos parte del diseño”, dice Julieta.
En sus carteras, mochilas o riñoneras buscan salir del proceso marroquinero tradicional y experimentar con distintas técnicas. Intentan crear un diseño simple y atemporal “no condicionado por las tendencias ni por géneros, que acompañen al usuario y se adapten en la versatilidad de cada día”
“Partimos de la decisión del tipo de producto a diseñar y la escala del mismo. Desde ahí, tenemos un proceso de búsqueda de referencias, pueden ser del rubro o no tener nada que ver más allá de lo conceptual. Se genera un ida y vuelta entre el boceto y la experimentación con el material que nos ayuda a alimentar el proceso creativo y ajustar los detalles constructivos”, cuenta Julieta.
La elección de cada paño y el armado de cada producto lo hacen íntegramente a mano para estar en todos los detalles
ASOCIARSE PARA CRECER
Sostener el emprendimiento en el tiempo, además de profundizar su amistad, les trajo montones de objetivos cumplidos: les posibilitó crecer dentro del proyecto y participar de las distintas instancias que rodean a la creación de un producto. Pero también desarrollarse como diseñadoras. Pudieron encontrar una dinámica de trabajo y arraigarse en un proyecto.
¿Qué le aconsejarían a alguien que está pensando en asociarse con un amigo o amiga?
Julieta: lo más importante es dejar las cosas claras desde el comienzo, para que sea más fácil que todo fluya. Al formar una sociedad hay que tener muy en claro el objetivo y que sea conjunto. Es positivo conversar.
Rocío: y a veces está bueno sumar a alguien con quien uno pueda colaborar, quizás desde otra disciplina, para explorar otras posibilidades, alguien que potencie el proyecto desde otro ángulo.
Me imagino que les debe costar no hablar de “trabajo” cuando se juntan fuera del taller
Rocío: ¡sí!, es re difícil no pensar en las cuestiones laborales pero lo intentamos. Siempre surgen cosas que queremos compartir con la otra, muchos disparadores, sobre todo cuando estamos en el proceso de diseño que es más dinámico, lo que más disfrutamos de nuestro trabajo.