Sus collages de flora y fauna son un espectáculo visual y un golpe a la conciencia sobre la importancia de conservar la biodiversidad. Una artista que cree (y crea) otro mundo posible.
La materia prima de la artista norteamericana Clare Börsch son cientos de miles de imágenes recortadas o incluso dibujadas por ella de flores y animales, especialmente de especies en vías de extinción o ya extintas en nuestro planeta.
“No quiero que mi arte sea una canción fúnebre por todas las cosas que podríamos haber salvado”, dice ella. Y contra eso, impone una bomba de vitalidad en sus inmensas, coloridas y alegres obras.
Clare Börsch selecciona, elige y corta ella misma fotografías e ilustraciones de archivos antiguos y de código abierto, y con ellas realiza instalaciones tridimensionales con la flora y fauna como protagonistas y la biodiversidad amenazada como leit motiv de su obra artística.
El objetivo -la obsesión- de Clare Börsch, que además tiene una maestría en políticas públicas de UCLA, es crear conciencia sobre la importancia de la preservación del medio ambiente y contra el cambio climático.
Norteamericana instalada en Alemania, ella vive y trabaja en Berlín, con su marido y su hijo, y cuando pone manos a la obra lo suyo es -definitivamente- el empleo del arte como forma de activismo medioambiental.
Para eso, entre sus colaboraciones a las que siempre convoca desde su web y redes, está en la primera línea de arte y ataque la científica Louisa Durkin, miembro de NABiS, la Academia Nórdica de Biodiversidad y Estudios Sistemáticos, un programa cooperativo que nuclea a seis universidades de Suecia y Noruega creado con el objetivo de potenciar formas más creativas de denuncias de los problemas ambientales.
Clare Börsch recorta, pinta y pega escenografías de flora y fauna en su hábitat natural -la selva y bosque- pero que en sus manos adquiere una dimensión fantástica y onírica. Y lo que provoca es una obra inmersiva y sobrecogedora, plena de colores intensos, vibrantes y de alto contraste.
“Crecí en en Brasil (San Pablo), y allí tuve el océano, los ríos y las selvas que siempre existieron en marcado contraste con las ciudades industriales -contó recientemente a Colossal– Así que mis primeros recuerdos son de ecosistemas tropicales exuberantes y vibrantes, y de los paisajes industriales invasores de las ciudades de Brasil”.
Y concluye: “Mi vida ha sido como un collage y para mí tiene sentido hacer un collage de una mariposa brasileña junto a una flor norteamericana. Están intrínsecamente conectados”.