La diseñadora de indumentaria diseña joyería y prendas, tratando de alargar la vida útil de vidrios, azulejos, vajilla y ropa que se descartan para volver a darles un uso productivo.
Los vidrios erosionados por el agua y el tiempo, dispersos en la orilla o en el fondo el río o del mar; la vajilla de cerámica o porcelana descartada porque está quebrada; una carpa con el cierre descosido que dejó de cumplir su función.
Para la diseñadora de indumentaria Juliana García Bello, todos estos objetos son materia prima de sus colecciones. Piedra de Río, la última, está integrada por aros y broches que surgen a partir de vidrios o azulejos, la mayoría rescatados del río que cruza la ciudad en la que vive, Río Grande, en Tierra del Fuego. Cascote Abandonado, aparece a partir de vajilla rota; y Dora Duba, la línea de indumentaria que está por presentar en el Fashion Clash, en Holanda, desde objetos que generalmente se usan para acampar, cazar o pescar. Todos pueden ser transformados en una prendas urbanas.
La idea que guía sus búsquedas es que el material tardaría miles de años en reciclarse. Especialmente, cuenta, porque telas con mucho nylon o poliester. “Me interesa mucho dar cuenta de la importancia de la sostenibilidad en los procesos creativos y tratar de generar conciencia de la basura que generamos. Es una problemática mundial”, explica.
La reutilización de materiales siempre formó parte de su universo más cercano. De hecho, su colección de prendas, está inspirada en su abuela Dora, una modista de La Plata que solía regalarle ropa hecha con cortinas o fundas de sillones viejos. Una camisa de algodón con el cuello gastado puede transformarse en un pantalón. Con las joyas la premisa es similar. ¿Por qué detonar una montaña para buscar una esmeralda?, se pregunta.
“Deberíamos repensar la forma en la que consumimos joyería en función del valor y de los procesos de extracción que requieren. Pensar por qué vamos hacer tal cosa. La minería es un proceso poco amable con la naturaleza. Muy poco sustentable”, insiste y recuerda que el proyecto se inició durante unas vacaciones en Villa Traful (En Río Negro) o quizás más atrás. Cuando tenía cinco años y su mamá la lleva a juntar piedras a la orilla del río que bordea su ciudad natal (Río Grande). Todavía era muy chica para hacer lo que hace desde hace más de tres años: limpiarlos los pedazos y engarzarlos como una piedra preciosa.
Con la vajilla el proceso es algo más complejo y no le faltan anécdotas. La gente que la conoce le avisa cuando tiene una taza “cachada” que está a punto de tirar para que ella se ocupe. Juliana Garcia Bello la cubre con yeso o mármol para después romperla de un mazazo.
El resultado: estos broches de porcelana o cerámica, dependiendo del objeto inicial. Que se convierte en otro, con otra morfología y una función novedosa. Pero aprovechando lo cercano. Como cierra la diseñadora: “Es necesario volver a mirar la belleza de lo que existe, de lo que tenemos a nuestros pies”