El proyecto de los arquitectos Ramiro Carro y Lucas Ibarra formará parte del Festival Internacional de Arquitectura Hello Wood Argentina 2020. Los creativos proponen un sistema abierto que se superpone con la trama de la naturaleza.
Los arquitectos Ramiro Carro y Lucas Ibarra ya se pusieron a trabajar en la instalación que mostrarán en la próxima edición del Festival Internacional de Arquitectura Hello Wood Argentina principios de marzo. Se trata de un Eco sistema habitable y de madera, que se materializará junto a un equipo de estudiantes voluntarios en una estancia en la ciudad de Ceibas, en Entre Ríos.
Es uno de los 11 proyectos seleccionados por el jurado para integrar la cuarta edición de este programa creativo que busca enseñar a “pensar con las manos”.
La dupla, ambos egresados de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional de Mar del Plata y actualmente viviendo en Berlín, puso manos a la obra en base a la premisa de esta edición del festival: “superposición”.
La instalación está pensada como una estructura que aparece en el lugar haciendo(se) eco del paisaje y de la comunidad que le da vida. Es un sistema abierto, que a través de un proceso de adaptación, superpone espacialmente su trama a la del bosque existente para definir, en conjunto, una nueva realidad.
“La idea es generar una experiencia cíclica en la que la madera vuelve a ser bosque pero con una nueva fisonomía y carácter. Árboles invertidos con raíces de estrellas que en su relación de interdependencia definen un plano de asiento constante que actúa como soporte para el diálogo y para entrar en contacto: con nosotros mismos, con el lugar, con otro, con otros, con todos. Terreno fértil para la superposición de nuestras ideas, experiencias o emociones”, comparte Carro desde Berlín.
La primera decisión para determinar cuál iba a ser el proceso proyectual, describen, fue pensar en un elemento “en donde podamos sentarnos (y sentirnos) y sentirnos en el bosque”
“Optamos por una especie de diamante virtual de 305 cm de altura, que apenas se posa sobre el suelo y que define dos rincones opuestos y contenidos por laterales traslúcidos. Luego lo multiplicamos y definimos una grilla. Una vez en el lugar, se elegirá el bosque con el que querramos interactuar; haremos un relevamiento y la ubicación de los arboles terminarán de definir la estructura”, agrega Carro, que ya participó como estudiante hace dos años. Ese conocimiento espacial le permite, reconoce, parte del desafío del proyecto.
El siguiente paso (todavía proyectual) será rotar algunos de los elementos, habilitando diferentes experiencias de conexión.
“La flexibilidad del sistema permite que, en base a la experiencia de su uso, su organización pueda ir variando. Una vez armado cada uno de los elementos, estos pueden moverse fácilmente y probar diferentes ubicaciones y posiciones respecto al conjunto”, sigue Carro.
En marzo lo probarán en vivo, pero el proyecto ya es de lo más prometedor.