Es inglesa, estudia biología y se involucra en los problemas globales del medio ambiente. En pequeños bastidores circulares pinta con hilos cielos, flores y campos cultivados. Se inspira en la belleza que percibe a su alrededor.
Victoria Rose Richards borda con hilos de colores los paisajes que tiene cerca.
Tiene apenas 21 años y vive en la ciudad portuaria de Plymouth, al suroeste de Inglaterra.
Es una experta de la técnica y en el arte de conseguir texturas y paletas a través de las puntadas meticulosas.
Se inspira en la belleza de su mundo natural cercano: en sus piezas hay caminos, arroyos y ríos. Los cielos a veces son azules, otras, rosados. Hay truenos y firmamentos despejados.
Crea a partir de la abundancia de la naturaleza. Busca crear desde la simpleza pero transmitir esa grandeza.
Los nudos de los hilos parecen árboles, vistos desde arriba. Las vistas áreas de los campos cultivados son transformadas en mini relatos.
Rose se reconoce una artista autodidacta que le encanta experimentar. Empezó a bordar mientras cursaba una licenciatura en biología, pero fue su abuela la que le transmitió el oficio.
Su arte, suele decir, está muy influenciado por su preocupación por el medio ambiente y la conservación de los paisajes naturales.
En busca de nuevos patrones, texturas y motivos, hace un tiempo, Rose se unió a una red global de bordadores de las comunidades cercanas.
En sus pequeños paisajes llenos de color y armonía combina líneas rectas, apretadas y exuberantes nudos franceses.
Sus piezas bordadas son mini retratos naturales para recordar la importancia de la naturaleza en su estado más puro.