Trabajan el material con distintas temperaturas y apelan a diferentes técnicas, logrando objetos con sello propio
La arquitecta Paula Juncadela se apasionó con el material cuando dejó CABA para mudarse a San Isidro y empezó un taller de alfarería (el de Marianne Alonso). “Apenas toqué la arcilla supe que era lo mío”, dice. Empezó una tecnicatura en cerámica para aprender cómo trabajar: quería conocer todos los pasos, desde el minuto cero de la producción. Hacer su propia mezcla, tonalizar los esmaltes únicos. Había algo del contacto con la naturaleza, la calma y el silencio que la conectó con la cerámica. Aunque en la época en que cursaba su carrera ya había hecho algunas incursiones que tenían que ver con lo artístico: tomó clases de pintura, se recibió de fotógrafa y hasta tuvo en Palermo su propia galería de arte (Metagalería). Ahora tiene su propio taller de cerámica de autor (@brutas_ceramica) desde la que hace jarros, vasos, cuencos y otras piezas horneadas a alta temperatura (de gres): a 1230 grados centígrados. También otros objetos de exposición: como las jarras cuyos mangos son maderas Manijas que junté en una playa de Uruguay, aceitadas por el mar y por el sol.
Cada fase es compleja, cuenta, y esa complejidad fue precisamente la que la atrapó. “El proceso, desde el principio al fin lleva mucho tiempo. Hacer la pasta, revolverla durante dos semanas, morterear el material y tener en cuenta algunos factores claves. Por ejemplo: si hay mucha humedad o si hace mucho frío el efecto cambia”. Para ella uno de los momentos más bellos es cuando las piezas salen del horno. “Es mágico porque se aprende a aceptar lo que se presenta, inclusive con los defectos. Se aprende a soltar las expectativas”. Y algo más, también del orden de lo emocional: “mandan las manos y no tanto la mente. La cabeza sigue ese impulso y eso es fabuloso. Me desconecta por completo. De algún modo, es una actividad muy meditativa. La concepción del tiempo se pierde. Es totalmente sanador. No pensás en nada más que en lo que estás haciendo”, comparte.
La cerámica como excusa
Las posibilidades morfológicas que ofrece la cerámica es una de actitudes que a Heidi Jalkh, la convenció de que ese era el material que estaba buscando. “Tampoco requiere, además, demasiada inversión previa. La producción y los moldes son accesibles”. En una de las materias que cursó mientras estudiaba diseño industrial (materiales y procesos) la investigó, junto con el vidrio. En paralelo a la carrera, se anotó en un taller. Ese fue el inicio de todo.
Quería aprender a fabricar las piezas que tenía en mente y el color fue otro factor de experimentación que la entusiasmó. Sus proyectos, que fusionan técnicas de alta precisión (como la impresión 3D) con técnicas de fabricación artesanal la llevaron a exponer en muestras de todo el mundo.“La cerámica me permite jugar con diferentes lenguajes y concentrarme en la cuestión material. Cada objeto trata de desafiar la relación entre cómo se ve y cómo se siente el material” , cuenta, pensando en las piezas de la colección Wholly, expuestos en Tienda Malba. También la aplica en piezas de vidrio. Jaklh trabaja con cerámica de baja y alta temperatura. “Cada una tiene su particularidad. La de baja es más económica y se deforma menos en el horno. Al ser más porosa se contrae y se expande más”. Cosas técnicas que a ella la apasionan. “Me interesa mucho el comportamiento extraño del material. Es muy impredecible. Las formas, de algún modo, son una excusa para observar estos modos“. Y hay otra particularidad que le gusta. “Es frágil a la vez que es súper dura y tiene muchos estadios. Cuando está en estado de cuero, es casi un chocolate, podés intervenirla con total facilidad”, dice esta artista que estudió investigación interdisciplinaria en Berlín y tiene su propio estudio.
Tecnología aplicada
El romance entre los diseñadores industriales Sabrina Vasulka y Nahuel Hernando y la cerámica empezó por ella. A Sabrina la conmovía desde chica. Y cada manera permite una estética diferente. Lo de Hernando, vino después. Y fue casi inmediato. “A diferencia de otros materiales, te permite improvisar y crear con mucha facilidad y jugar con el error”, dice. “Es un material tan amorfo que te permite que lo trabajes como quieras. Es muy versátil. Si usás moldes podés manipularlo con una exactitud increíble. En cambio, si lo hacés a mano, te trasmite la calidez de lo artesanal”, puntualiza Vasulk.
Hay algo del vértigo, de la delicadeza y maleabilidad del material que los conmueve. Después de vivir varios años en Inglaterra, apenas volvieron a Buenos Aires (en 2015) crearon su propio estudio especializado en cerámica. Desde SaV Ceramics diseñan tazas y cuencos especiales a partir de la tecnología 3 D, en impresión y modelado, que les permite “detalles de acabado perfecto y mucha precisión”. En la compu, hacen la proyección previa de los moldes en la y analizan medidas y tamaños; a mano dibujan el primer boceto. Para la comprobación del objeto también usamos esa tecnología: porque la arcilla contrae mucho. “Nunca se sabe”.