Mara Steinberg construye móviles que fusionan arte, diseño y movimiento para resaltar los ambientes.
Poner en valor el espacio, hacerlo aparecer con sus luces y sombras, con sus contrastes, le resulta mágico. La enriquece, la alucina.
A fines de 2000, después de un largo viaje por Europa y Estados Unidos en el que recorrió museos y descubrió artistas, la arquitecta Mara Steinberg empezó a desarrollar Cuerpos Móviles: una serie de esculturas flotantes para adultos y chicos que le dan vida a su emprendimiento personal.
Las hace en su taller de Colegiales, en el interior de un PH encantador y luminoso que comparte con otros dos diseñadores.
A la par que desarrolla su proyecto, está dando clases en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (donde se formó) y terminando un edificio en Colegiales. Además, siempre está por dar algún taller de construcción de móviles para todas las edades.
Cuerpos Móviles, cuenta, le permitió desarrollar su faceta más artística, “un costado que tal vez la arquitectura, al estar más vinculada a otros condicionamientos de planos o constructivos, no me dejaba tanto”.
Las primeras piezas las hice para mí y mis sobrinos. Y en todo este tiempo, hice otras a pedidos, con requerimientos especiales; una escenografía para un grupo de música infantil y otros más grandes en tamaño, como los que armé para el Shopping Paseo Alcorta.
Con el tiempo creé una línea de móviles un poco más comercial, que contempla una repetición. Si bien, cada móvil es calibrado y ensamblado a mano. Por otro lado, desarrollo otra serie más escultórica; objetos más artísticos, que terminan siendo una pieza única.
Mis piezas, además de mi concepción del espacio, del arte y el diseño, expresan el movimiento, que para mí es algo muy relevante. Siempre, desde chica, tuve una conexión muy especial con la danza.
El espacio atraviesa la escultura: no deja de hablar de armonías, proporciones, relaciones, composiciones, materiales; saberes que tienen que ver con mi formación de arquitecta, pero que aplico en otra escala.
Que haya una pieza colgando hace que un espacio, que quizás uno no reconocería, aparezca. Las piezas siempre están en movimiento, siempre hay una mínima corriente que pone en evidencia lo que sucede en el ambiente, en la atmósfera. Aunque sea muy sutil.
Trabajo con alambres de aluminio, que son livianos y muy maleables y a su vez tienen la resistencia necesaria. Si hago móviles con piezas más grandes, reveo el material, por un tema de soporte, pero también de espesores y colores.
Las pinzas me permiten trabajar el alambre, vincular las partes. Uso placas de chapas o láminas de bronce, entre otros materiales.
El proceso creativo suele empezar de una misma manera. Me imagino un color, una forma y a partir de eso empiezo a componer en el espacio y a desarrollar la pieza para ver cómo se vincula.
Dibujo mucho y después lo paso a 3 D. A partir de ahí ensamblo la pieza: la uno con alambres y varillas.
Así se van delineando estas esculturas etéreas y volátiles. Casi fantásticas.