Rosa Benedit pasó de la moda a la deco de manera natural. Su motivación radica en modificar los espacios aplicando color en diferentes medios y superficies. En la riqueza cromática, piensa, está la belleza
“El color enriquece cualquier espacio. Un full color o un toque nuevo en un espacio neutro transforma completamente el lugar. Además es terapeútico. Por eso para mí, el color es casi un estilo de vida”. Lo asegura la diseñadora Rosa Benedit, quien recorrió un camino en base a sus propias pantones y combinaciones. Le genera mucho placer experimentar opciones y además, le sale con facilidad. Fluye.
El arte la inspira. Los cuadros de distintos artistas son fuente de creación, especialmente porque rompen con la paleta típica de la decoración. La impronta creativa es parte de su ADN. Luis Benedit, su padre, participó de la Bienal de Venecia y expuso en el MOMA. Su abuelo, ideó el mítico Obelisco de Buenos Aires y algunos teatros y residencias porteñas de la época.
Rosa Benedit estudió moldería e historia del traje en París y durante varios años ganó experiencia como maquettiste textile en Yves Saint Laurent. Cuando volvió al país, y más precisamente a su aldea de San Telmo, lanzó una marca de ropa y se dedicó a la indumentaria durante algún tiempo. Participó del desarrollo de vestuarios para la Ópera de París, teatro, circo y ballet.
En estos días está cien por ciento abocada a la deco: focalizada en intervenir un departamento en Palermo y otro en Costa Esmeralda. Lo de ella es genera variaciones sobre los espacios: aplicar color, combinaciones de telas a distintos objetos que reavivan o modifican los ambientes.
Diseña fundas, cubrecamas, almohadones. Crea textiles originales con serigrafía.
Dibuja murales enormes en las paredes o en los techos. A veces trabaja en colaboración con algún arquitecto. Busca imágenes de referencia, arma un boceto. Otras, es más libre y traza directamente sobre la pared. Sin un plan establecido.
Depende del espacio y los requerimientos del cliente, pero las posibilidades son infinitas. Como los tonos. Algunas las prueba en su casa, su “conejillo de indias”.
“Siempre está bueno animarse al color y romper con las ideas establecidas”
¿Una muy popular?: es mejor no poner tanto color porque cansa rápido. Depende. Y además, “hoy es todo mucho más versátil y cambiante. Y aunque tiene un costo económico, hay opciones de telas, muebles u objetos que no son tan caras. Antes, un cortinado estaba concebido para durar veinte o treinta años”. Manda el dinámismo, el movimiento. Y en eso el color y los artistas que se le atreven tiene las de ganar.