Las posibilidades técnicas y estéticas que permiten los materiales biológicos es el tema que ocupa a esta diseñadora textil que admite que, si bien en el mundo hay importantes avances, resta mucho por hacer.
La diseñadora textil Emilce Cesarini investiga los biomateriales. Lo hace desde hace años y conjuga en su trabajo el hacer manual con la tecnología de fabricación digital. En su afán por encontrar materiales cada vez más sostenibles, trabaja con residuos de la industria.
Durante su formación en la Universidad Nacional de Buenos Aires (donde colaboró en proyectos de investigación material e integró el plantel docente de la Cátedra Lisman) ya supo que el vértigo que imponía la industria de la moda no era lo suyo.
A la vez que se sumergió en distintos oficios como la cerámica la joyería, comenzó a indagar en alterativas al cuero y al plástico, que más allá de la mala prensa considera un material noble si se lo sabe aplicar. Es decir, cuando no se lo aplica a un producto de un solo uso.
“Siempre me interesó el diseño textil basado en la confección de la materia prima, enfocada en el origen antes del objeto. Conocer la instancia que precede al objeto, te da más libertad para crearlo”, comparte. Probablemente, arriesga, como hija de padre arquitecto y madre diseñadora de interiores, “el gusto por los materiales y por hacer y crear desde la nada, siempre estuvo ahí”.
Cesarini rescata “las técnica y los procesos: ese conocimiento que se aplica a la mano para construir”
Actualmente, se ocupa del desarrollo de materiales de origen bacterial, enfocada en el cultivo de celulosa como sustituto al cuero animal, siempre incorporando en el proceso residuos orgánicos de la industria.
“Hay mucha gente alrededor del mundo que está investigando estos materiales, pero el problema es que no estamos conectados entre nosotros. Lo que se estudia o se sabe son diferentes partes del proceso”.
“La novedad es que ya empezamos a pensarlo como un textil, aunque todavía falta un salto de calidad. Como material no está a punto, le falta una vuelta de rosca en la producción”.
Pero los resultados son de lo más atractivos. “Una de las particularidad más destacables es que al generarse con diferentes alimentos, cristalizan diferentes estructuras e imprimen distintas cualidades al material final”. El uso del corte láser le imprime diferentes particularidades, como una mayor flexibilidad.
En mi caso, trato de desarrollar varios acabados, a partir del tratamiento en los distintos estadios: durante el crecimiento de la celulosa o después.
La fase de deshidratación genera, por ejemplo, un efecto particular: de un lado opaco y del otro lustroso, como un cuero acharolado.
“La biofabricación, destaca Cesarini, re-configura el proceso actual de producción con materiales que ‘crecen’ y plantea la necesidad inminente de buscar alternativas a los medios de producción en el sistema actual”
“No solo se diseña el biomaterial sino a su vez su disposición final, se diseña su ciclo, se rediseñan los procesos”, cierra la diseñadora.