Con respaldos y partes de los asientos, un alumno del Central Saint Martins presentó sus llamativas prendas escultóricas. Le llevó dos meses terminarla y la pandemia lo obligó a buscar estrategias para lograrlo.
¿Cómo soportamos el peso de nuestras batallas personales?: bajo ese concepto un graduado de la prestigiosa escuela de moda Central Saint Martins creó una serie de conjuntos de lo más llamativos para mostrar en su show digital de graduación.
En el desfile de fin de curso, el británico Jessan Macatangay mostró su colección hecha con sillas deconstruidas.
La llamó Finding Beauty and Power in Struggle (algo así como encontrar la belleza de la lucha): los conjuntos son muy distintos entre sí y se vuelven progresivamente más livianos y menos voluminosos a lo largo del desfile porque incluyen menor cantidad de piezas del mobiliario elegido.
Lo que empieza con grandes esculturas sostenidas por el cuerpo, termina con algunas pocas piezas.
De esta manera, el autor muestra la liviandad que surge a partir del poder y la belleza. En las últimas piezas se ven algunas hebillas cuadradas de madera que cuelgan de las prendas.
Esos pequeños fragmentos, dirá el joven diseñador, están en representación de las batallas dadas cuyas huellas quedan en los individuos, camuflados, pero aún visibles.
El diseñador usó las sillas para representar su idea porque aunque la sila es un objeto pensado para descansar cuando se lo coloca en una posición diferente (sobre un cuerpo, por ejemplo) se le otorga un poder opuesto: se vuelve pesado y doloroso.
Cada uno de los atuendos incorpora marcos de sillas pero también capas de cortinas de algodón, seda y lycra.
Los colores de la colección integran el verde azulado, el amarillo, el verde oliva y el naranja.
En algunas opciones, aparecen varios tubos de cobre remachados sobre una estructura que cuelga del cuerpo.
Los conjuntos verde y naranja incorporan las partes de un sillón de madera.
La elección de materiales inusuales en los desfiles de graduación del Saint Martins vienen siendo una constante. Pero este año, la crisis sanitaria por el COVID 19 sumó algunas complicaciones que el diseñador resolvió con creatividad.
El provedor de telas con el que contaba no pudo llevarle el material. Ante la dificultad, tiñó él mismo las telas y las imprimió digitalmente.
Además, completó las estructuras de madera y metal con sillas que tenía en su propia casa y algunas en desuso que encontró en la calle.
Le llevó dos meses intensos terminar la colección. Al final, aseguró haberse fortalecido en el camino, promoviendo la premisa de su colección.