En 2013 Papaya Objetos formó parte de esta marca que hace veinte años acompaña y da visibilidad a los emprendedores. La diseñadora industrial Denise fiszerowicz comparte su experiencia de crecimiento. Mantener en orden el proyecto y ocuparse de los números es clave para avanzar.
Piezas de diseño que ayuden a conectar con la naturaleza; que transmitan tranquilidad, y que además de funcionales sean muy bellas: eso busca la diseñadora industrial Denise fiszerowicz, de Papaya Objetos.
La diseñadora que empezó a incursionar en el desarrollo de piezas de cerámica mientras estaba en la facultad (terminó en la Universidad de Buenos Aires) quiere que cada objeto sea tan tentador como todos quieren llevárselos a su casa.
Pero todas esas certezas llegaron después de un largo camino que empezó en 2012 con la creación de la marca, y se empezaron a consolidar en 2013, cuando se presentó en la feria Puro Diseño. En aquel momento, con una socia.
Todavía Denise no había incursionado de lleno en la cerámica. Los primeros objetos que mostraron en el evento eran de chapa y tenías que ver con la naturaleza. En su stand abundaban los floreros, las macetas y los rotuladores de plantas.
La participación en la feria que este año cumple veinte años como marca, las obligó a ponerle un nombre al proyecto y a definir su identidad.
“Tuvimos que pensar qué queríamos mostrar y cómo. Y ahora que la marca ya tiene ocho años de vida me doy cuenta de lo importante que es tener en claro saber cómo querés que te identifiquen y qué querés transmitir”
“Fue un puntapié espectacular porque la gente nos empezó a conocer y empezamos a ver que teníamos mucha aceptación en el público. También nos dio la posibilidad de venderle a mayoristas”
Desde el 2013 hasta ahora, el proyecto fue mutando, incorporando nuevas materialidades y productos.
UN GIRO DE 160 GRADOS
En 2015, la diseñadora empezó un taller de cerámica y descubrió una gran pasión que enseguida aplicó a su proyecto.
“Amo trabajar con ese material. Empecé a combinar lo artesanal con lo industrial y a crear las piezas con mis manos y no tanto con la computadora. La estética fue cambiando. Sobre todo con la paleta de colores y la impronta más artesanal”
En 2016, el proyecto siguió sin su socia y Denise pasó a asumir todos los roles y rutinas que un emprendimiento requiere: pensar nuevos productos, generar desarrollos diferentes y entablar lazos con otros emprendedores.
Se hizo cargo de las partes que no le gustan tanto, como los asuntos comerciales. A ella, como suele pasar, lo que le fascina es el costado creativo.
Y el contacto con los clientes.
“Me encanta poder asesorarlos de manera personalizada. A veces me mandan una foto de espacio de la casa en el que van a poner el objeto y yo los guío”.
Pero un emprendedor, entiende, tiene que poder atender muchas cosas a la vez. “Lo único que pude delegar son las fotos para redes y creo que fue un gran acierto”, dice.
¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando?
Que es importante tratar de mantener todo lo más ordenado posible. Me parece clave el tema de los costos, que cuando uno empieza un proyecto a veces no lo tiene tan en cuenta. Sobre todo los diseñadores: nos gustan poco los números; pero es prioritario para que tu producto pueda avanzar y crecer.
Sobre todo para después poder pensar en delegar tareas.
También es clave rodearse de buenos proveedores y de buenas personas que te acompañen en el crecimiento.