La artista americana Kathleen Ryan critica los excesos con una serie de esculturas en las que la belleza contrasta con lo grotesco
Para hablar de la cultura del exceso y la desigualdad en el mundo, la artista Kathleen Ryan, montó, en su estudio de Nueva York estas enormes esculturas que simulan ser fruta de descarte o podrida. Hay limones, naranjas, duraznos y peras convertidos en piezas de arte a gran escala.
La base de cada pieza está hecha con espuma de poliestireno y cubierta de montones de cuentas talladas y piedras preciosas y semipreciosas. Malaquitas, ágatas, ópalos o cuarzo ahumado se agrupan para formar el simulacro de podredumbre verde común en cada fruta.
La artista perforó la espuma con alfileres de acero: son las que sostienen los distintos brillantes. El resultado deslumbró en el último Art Basel Miami Beach, en diciembre pasado.
Un solo limón tarda hasta dos meses en completarse y está cubierto con unas 10. 000 cuentas. Las esculturas son hermosas y placenteras, pero hay una fealdad y malestar que las acompaña.
La artista intensifica los colores, de manera que los tonos vayan configurando el proceso de descomposición de la fruta. Poner en evidencia lo bello y lo grotesco, el brillo del cristal en oposición al moho que genera desagrado, es parte de la intención de Ryan, inquieta por “un mundo en el que la riqueza crece a la par de la desigualdad y la abundancia es a expensas del medioambiente”.